Tomando
datos de wikipedia, cualquiera de nosotros puede saber en pocos segundos que en
la actualidad hay cerca de 8.000 millones de seres humanos en la tierra. El
dato es más o menos correcto.
Pero,
desde el punto de vista de Dios, desde el punto de vista espiritual que propone
Dios en Su Palabra, ¿cuántas personas hay sobre la tierra? Para Dios, hay un
solo hombre vivo: la Iglesia, el Mesías resucitado.
Ahora
bien, si el Señor decide filtrar su visión, y selecciona ver no solo lo que
tiene Su Vida, sino que elije ver todo lo que camina sobre la tierra, se encontrará
no solo con ese hombre vivo que es la Iglesia, sino que también se encontrará
con otra naturaleza: el hombre de pecado.
Entonces,
desde ese punto de vista, hay solo dos creaciones en la tierra. Sí, solo hay
dos hombres sobre la tierra. Y todos quienes habitan -o han habitado- el
planeta vienen de uno de ellos dos.
O
sea que si vamos para atrás en la genealogía de todo hombre, se arriba a dos
orígenes, dos naturalezas, dos fuentes de vida, dos hombres.
Te
presento al primero. Su nombre es Adán.
El
y su mujer fueron los primeros de una especie. Génesis 3:20 dice "Y el hombre llamó el nombre de su mujer Eva,
por cuanto ella llegó a ser madre de todo viviente".
Este
Adán, además de ser famoso por ser el primer hombre, fue creado como la imagen
misma de Dios. Era, a los ojos de Dios, "BUENO" porque representaba cabalmente
la voluntad de Dios. Aún debía ser lleno de la plenitud de la Vida de Dios
(debía comer del Árbol de la Vida para ser lleno y completo), pero tomó otra
opción, comiendo del árbol de la ciencia del bien y del mal, y éste Adán,
originalmente "bueno", fue la puerta por donde entró la contaminación
del pecado, y luego la muerte.
Dice
Pablo en Romanos 5:12
"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y
por medio del pecado la muerte, así también la muerte pasó a todos los hombres,
por cuanto todos pecaron".
Como
si se tratase de un rasgo genético y hereditario, el pecado y la muerte pasó de
padres a hijos...sin interrupción alguna. Y ese pecado nos hace
"pecadores".
En
otras palabras, no somos pecadores por lo que hacemos, sino porque venimos de
Adán, y fuimos partícipes de su naturaleza.
Este
Adán muerto en pecado es el origen o la fuente donde viene "el hombre de
pecado". Y de allí vinimos todos nosotros. Entonces debemos entender que
debemos enfrentar algo más serio que arrepentirnos por lo que hicimos...tenemos
que arrepentirnos por lo que somos. De alguna manera, tenemos que morir...y
volver a nacer.
Pero
volvamos a hablar de Adán.
El
plan de Dios se había centrado en él.
A
Adán se le dio poder y autoridad, porque se suponía que Adán llevaría la imagen
de Cristo; a eso se refería Dios cuando dijo que Adán fue creado a Su imagen y
semejanza.
Pero
cuando este hombre escogió vivir por medio del árbol del conocimiento del bien
y del mal, en lugar del árbol de la vida, quedó destituido de la vida de Dios.
Y
Adán entregó ese dominio y autoridad. Y ahora el hombre quedó bajo el gobierno
del pecado y la muerte.
De
esta manera, Adán, un hombre de carne y hueso, perdió legalmente lo que Dios le
había entregado.
Para
recuperar legalmente lo que se había perdido legalmente, era necesario
encontrar otro hombre. Un miembro de la misma raza de Adán, tal como era él
antes del pecado, debía encontrarse para hacer la tarea. ¿Qué tarea? Retomar el
propósito de Dios, de participar de Su Gloria en una perfecta comunión, aunque previamente
debería dar su vida, y derramar su sangre como paga por el pecado
De
entre todos los hombres se buscó quién podía hacer esa tarea. El caso es que debía
ser alguien que Dios aceptara, que calificara como OFRENDA PURA...Pero, ¿podría
haber salido algo puro de lo impuro?
Dice
Pablo en Romanos 3:9-12
9 () ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo
pecado; 10 como está escrito: NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; 11 NO HAY
QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS; 12 TODOS SE HAN DESVIADO, A
UNA SE HICIERON INÚTILES;
En
otras palabras, mirando todo el catálogo de la humanidad, no hay uno que fuese
lo suficientemente puro para ser aceptado por Dios como ofrenda por el pecado. De
entre los hombres no podía salir quién nos salvara. Nadie tenía nada que
ofrecer para ser salvos de la ira de Dios (Romanos 5:8-9). Solo Adán en su
primer estado podría haber calificado, pero ya no: él y su descendencia estaban
contaminados y muertos.
Al
no hallarse ni uno, Dios mismo se hizo hombre. Ese es el motivo de su
encarnación. Se encarnó en el POSTRER ADÁN: Jesús.
Porque
un hombre perdió el Propósito Eterno de Dios, y otro hombre debía recuperarlo.
Esto es legal.
Hebreos
2:14 (Nueva Traducción Viviente) dice:
14 Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y
sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano
podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo,
quien tenía el poder sobre la muerte
Jesús
es Incontaminado. Puro, el hombre perfecto.
Jesús
no pecó, por la sencilla razón que la naturaleza del pecado no estaba en Él. Y
esto fue porque no nació de “Adán”, sino que fue virginalmente concebido. Por
eso Su Sangre satisfizo a Dios.
Jesús,
el POSTRER ADÁN fue ofrecido como ofrenda agradable y aceptada, y como paga por
el pecado. Ofrecido para ser el ACTO DE JUSTICIA que ningún otro hombre podía
hacer.
El
apóstol Pablo escribe en Romanos 3:23-25 (Nueva Traducción Viviente)
23 Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa
establecida por Dios. 24 Sin embargo, Dios nos declara justos
gratuita y bondadosamente por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del
castigo de nuestros pecados.25 Pues Dios
ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son
declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida
al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia
cuando se contuvo y no castigó a los que pecaron en el pasado.
Cuando
el Señor fue clavado en la cruz murió allí y fue enterrado en la tumba como el
"postrer Adán". Todo lo que había en Adán fue reunido y ejecutado en
Él. Y nosotros también estamos incluidos allí.
Por
la muerte de Jesús, la vieja raza quedó completamente liquidada. ¿Lo alcanzan a
ver? Dios decretó el FIN de una raza, y el comienzo de otra, porque al
resucitar fue levantado como el SEGUNDO HOMBRE, el hombre espiritual.
Ya
lo dijimos y lo volvemos a repetir: hay dos hombres sobre la tierra, uno es Adán
y el otro es Cristo.
Y
el punto central de lo que venimos hablando es que al momento de aceptar y
creer la obra de Jesucristo, cada uno de nosotros es trasladado de vivir en
Adán...a vivir ahora EN CRISTO.
Efesios
2:3-7 (Nueva Traducción Viviente)
3 Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras
pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia
naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. 4 Pero
Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto 5 que, a pesar de
que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por
la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) 6 Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo
y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús. 7 De modo que, en
los tiempos futuros, Dios puede ponernos como ejemplos de la increíble riqueza
de la gracia y la bondad que nos tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por
nosotros, que estamos unidos a Cristo
Jesús.
Al
estar EN CRISTO, el vínculo al que hemos sido invitados a participar es al
vínculo que el HIJO ha tenido con EL PADRE desde la eternidad.
Así
es con todas las cosas espirituales. Justicia, Redención, Gracia, Sabiduría,
Adopción, Herencia, Amor.... nosotros hemos llegado a compartir la unidad de
Cristo con Su Padre. Todo el evangelio es para EL HIJO.
2
Timoteo 1:9
Dios, 9 quien nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a
nuestras obras, sino según su propósito y la gracia que nos fue dada en Jesús
el Mesías antes de los tiempos eternos....
El
amor de Dios es para nosotros, pero es EN CRISTO.
Romanos
8:39
...ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del
amor de Dios, que es en Jesús el Mesías,
Señor nuestro.
Tenemos
entonces dos hombres, dos naturalezas, dos creaciones.
O
se está en una, o en otra.
Si
estamos “en Adán”, todo lo que está “con Adán” viene a ser nuestro
inevitablemente y sin ningún esfuerzo. Así también si estamos “en Cristo” todo
lo que está en Cristo nos viene por gracia, sin esfuerzo alguno de nuestra
parte, sobre la base de la fe.
Jesucristo,
el Mesías, es nombrado como "el último Adán", y como "el segundo
hombre".
1
Corintios 15:45-49
45 Así también está escrito: El primer hombre, Adán, fue hecho un ser
viviente; el último Adán, un
espíritu vivificante. 46 Pero no es primero lo espiritual, sino lo físico;
luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, sacado de la tierra, es terrenal; el segundo Hombre, venido del cielo. 48
Como el terrenal, así también los terrenales, y como el celestial, así también
los celestiales. 49 Y así como exhibimos la imagen del terrenal, exhibiremos
también la imagen del celestial.
Como
el "último Adán", Él es la
suma total de la humanidad: reúne en sí mismo todo aquello que estaba en Adán;
Dios juzgó al “último Adán” en la Cruz. Adán no fue perdonado, sino ejecutado.
En
otras palabras: cuando el Señor fue clavado en la cruz murió allí y fue
enterrado en la tumba como el "último Adán". Todo lo que había en
Adán fue reunido, absorbido en Él, y ejecutado en Él.
En
la idea de Dios, Adán quedó en la tumba, muerto, y nosotros también estamos
incluidos allí.
Luego,
como "el segundo hombre",
es la Cabeza de una nueva creación. Como el segundo hombre, se presenta como la
única persona en quien el propósito de Dios es plenamente llevado a cabo.
Vemos
de esta manera cómo Dios rechazó lo "primero contaminado" (Adán) y aceptó
lo "segundo" (Cristo).
Debemos
entender esto: debía ser legalmente quitado el primero para aceptar el segundo.
Este
gran rechazo fue mostrado un sin fin de veces en el antiguo pacto, por medio de
tipos y sombras. Caín, rechazado, Abel aceptado. Esaú rechazado, Jacob
aceptado. Ismael rechazado, Isaac aceptado. Lea rechazada, Raquel aceptada.
Manasés rechazado, Efraín aceptado. Saúl rechazado, David aceptado. ¿Qué tenían
todas estas personas en común? En cada ejemplo que acabo de citar, el primero,
el natural, el que estaba antes, fue rechazado SIEMPRE; y el segundo, el nuevo,
fue aceptado.
Pero
estas personas mencionadas no son individuos, son NATURALEZAS que o estuvieron
en Adán, o en Cristo.
Se
enseña que Dios predestinó a algunos individuos para salvación y a otros para
condenación. Y enseñamos así porque aún vemos a millones de personas, en vez de
ver a las únicas dos personas que existen.
Dios
solo predestinó a UNO, a Jesucristo, el Escogido, el Elegido, el Aceptado. A
cada uno de nosotros, los hijos, nos escogió EN ÉL:
Efesios
1:3-5 (Nueva Traducción Viviente)
3 Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor
Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales
en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo. 4 Incluso
antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus
ojos. 5 Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su
familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo.
Te
hago una pregunta: ¿cuándo crees que fuiste puesto "en Cristo"? ¿Cuando
levantaste la mano en una reunión? ¿Cuando fuiste a una reunión especial?
Creo
que no fue en ese momento. Ni el año pasado, ni el día de tu bautismo en aguas,
ni cuando naciste en mil novecientos y tanto.
Fuimos
reconciliados en el cuerpo de su carne mediante su muerte (Colosenses 1:22). Es
decir que pasamos a Él en el tiempo mismo de la cruz y muerte del Señor.
En
pleno siglo XXI, podemos, por la fe, ser trasladados al interior de una
persona. Ese traslado no es otra cosa que VOLVER a donde siempre estuvimos, en
Cristo.
¿De
dónde vienes? ¿Dónde has estado todo este tiempo?
La
grandeza de la salvación no es de lo que se nos libró, sino a lo que se nos
introdujo. Somos introducidos en Alguien. Sólo conocemos y experimentamos la
salvación, en la medida que conocemos y experimentamos la Persona a la que
hemos venido.
La
vida en CRISTO es una vida completamente nueva y completamente ajena a nosotros,
por naturaleza.
Si
deseamos conocerla y experimentarla, deberemos aprender a vivir una nueva vida,
en un nuevo lugar, en un nuevo hogar: en Cristo.
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