sábado, 26 de enero de 2019

EL EVANGELIO ES UNA OPORTUNIDAD.

Todo lo que Dios debía darnos, ya nos lo dio en Cristo. No queda nada pendiente, no le quedó nada en el tintero, no hubo algo que quedó faltando. Todo nos fue dado en Cristo.
Pero esa dádiva es condición necesaria, pero no suficiente, porque no completa todo el círculo que nosotros necesitamos que se complete: toca ahora que un hombre, una mujer, cada uno de nosotros, TOME esa Plenitud y ese poder que se manifestaron potentemente en la cruz. Porque el evangelio no implica solamente que Dios da.....o que nosotros le buscamos a Él. El evangelio es Dios se da y el hombre RECIBE de esa plenitud con la desesperación de un sediento. Ahora bien, lo que Dios da no suena atractivo para toda alma humana. El Señor no da una casa, ni garantiza cambiar el auto cada año, ni aumentos salariales....el Señor pone al alcance de nuestra mano una cruz, una muerte, Su Muerte. Eso implica el despojo, el quebrantamiento, la pureza de la humildad, "el ser nada, para que Él sea todo". Y todo este hecho no está automáticamente acreditado a quienes han confesado a Cristo, ni para los que asisten a reuniones dominicales: es una posibilidad que solo se hace real y concreta recién cuando alguien echa mano de ella. "El Señor mismo compara el don perfecto de Dios con una pequeña perla de gran precio, que sólo se obtiene y disfruta cuando se toma, perdiendo todo lo demás".