viernes, 1 de noviembre de 2019

A Su tiempo....

Pasó tanto tiempo, que ya no recuerdo cuándo fue que me empezó a llamar la atención la seca esterilidad de un cactus que tenemos en el balconcito de casa.
Cada vez que me tocaba regar las plantas de al lado, y al mirar ese cactus, me venía la idea de cómo se estaba secando, o cómo dejaba pasar los días con su pinta de nada, con su tierra sequísima, con sus brazos amarronados.
Su imagen me servía de imagen real de lo que significaba no dar frutos. Nunca dejó de pasarme eso: verlo, y pensar que no cumplía con su función, que no fructificaba, que no aprovechaba lo que Dios le había dado.
Me molestaba que cada vez que salía al balcón, se me viniera ese tipo de pensamiento.
Ayer, mi esposa me llamó para mostrarme cómo había amanecido ayer el cactus. Es difícil describir el amarillo poderoso de una flor abierta de par en par, y el naranja incipíente de la segunda gran flor.
Lo que parece muerto, lo que parece estéril, hay que esperarlo hasta el final. Dios tiene sus tiempos, así como para una simple planta, también para la aparición de los frutos eternos en una persona.
Los tiempos los maneja Él. Pero cuando algo florece, todos disfrutamos.


miércoles, 30 de octubre de 2019

Que nuestros deseos no sean cumplidos (II)


En Dios, todo está todo disponible. Pero eso no implica que yo encuentre todo lo que necesito realmente, sino que cada uno encuentra lo que -consciente o inconscientemente- está buscando.
(Como cada cosa que un hijo de Dios oye de otro, estos dichos deben ser pasados por el tamiz del Espíritu Santo, y esto que escribo no es una excepción: vea si es correcto).
El principio que escribo (como hipótesis) es que cada uno encuentra lo que -consciente o inconscientemente- está buscando.
Es como en internet: si googleas por ejemplo que tal político es corrupto, encontrás todas las páginas que afirman eso. Si en cambio buscás que ese político es honesto, encontrás todas las páginas que hablan de su honestidad.
Cada uno encuentra lo que -consciente o inconscientemente- está buscando.
Eso nos pone en la situación de pensar profundamente qué es lo que Dios quiere que yo busque, porque puede ocurrir que en mis humanas necesidades, me dedique a buscar humanas soluciones, para encontrar humanos consuelos.
Hace un tiempo escribimos: "¿Quién puede asegurar que sus deseos coincidan a la perfección con los deseos de Dios? El corazón del hombre, susceptible de ser engañado, puede ansiar cosas contrarias a la voluntad de Dios.
El hombre, cada hombre, puede encerrarse en la maraña de sus sueños y deseos, sin darse cuenta que ellos chocan con el corazón de Dios.
Y supongo que debe ser horrible que, a causa de nuestra larga testarudez, Dios diga: "Está bien. Quedate con tus propios planes, y que tus deseos sean cumplidos".  
"Israel, ¿insistes con tener un rey que gobierne tu vida? OK: ahí tienes a tu Saúl".
Es políticamente incorrecto decir esto, pero debe ser dicho: espero que los deseos de nuestro corazón no sean cumplidos.
Aún hay esperanza mientras renunciamos a nuestros deseos en pos de que Dios cumpla los suyos en nosotros."

martes, 8 de octubre de 2019

Ya estamos completos en Él


Cuando una persona ha recibido la nueva vida de Cristo, esa persona ya tiene todo lo que necesitará en la vida y en la eternidad. Nada nuevo irá a recibir más adelante, sino que en su ADN espiritual ya está todo previsto, aunque claro que deberá madurar cada uno de esos rasgos.
Es igual lo que ocurre con un bebé recién concebido en un vientre materno: en sus cromosomas ya está completo, sus rasgos, sus atributos ya están sellados en su ADN, sólo resta que maduren en el tiempo (debido a esto es que ya es una persona, y un aborto es un asesinato).
Cuando nosotros fuimos reconciliados con el Señor, toda su vida pasó a ser nuestra, o mejor dicho, todo nuestro ser pasó a ser de Él, y fuimos hechos herederos de Su Vida, de su perfecto ser. Y nada falta que nos entregue, nada quedó en el tintero. Todo ya fue sembrado en nosotros, y nuestra tarea es la de reconocer esa semilla, y cuidarla para que dé frutos.
El problema de las religiones consiste en introducir a las personas en procesos de "negociación con Dios", una negociación que suena así: "si quieren que Dios les dé algo, ustedes primero deben dar algo". Y eso es una falsedad.
Una cosa es el proceso creciente de llevar una vida cada vez más santa y responsable para manifestar la vida que el Señor ya nos dio (de una vez y para siempre), y otra cosa, dictaminada por la falsedad religiosa, es la de tener que hacer buenos actos, para que luego Dios vea si somos o no merecedores de Su regalo.
La diferencia es abismal.



miércoles, 6 de febrero de 2019

VER y ALCANZAR.


Una persona, mientras permanezca apartada de Dios, tiene una característica notable: no puede ver lo que Dios considera perfecto.
"Sus ojos se cerraron", dice la canción, y eso aplica a la condición humana, no en cuanto a su visión natural de las cosas, sino a lo que es invisible a ella, y pertenece a lo profundo de Dios.
Un no vidente, nacido en esa condición, no puede constatar a ciencia cierta la forma de las cosas, sus colores, sus brillos, su luminosidad. Puede tal vez hacerse ideas, que vienen de lo que otros le cuentan, pero esas ideas corren por su imaginación, y no por la verdad. Y tal vez ansiará ver, ver las cosas, pero en primera instancia no ansía alcanzar las cosas, ya que para que ese deseo se despierte en necesario primero poder ver. Nadie puede desear tomar algo que nunca ha visto.
Y si esto es así, es de notar que cuando una persona reconcilia su vida con Dios, de pronto, sus ojos son abiertos para ver.
Lo que antes era inexistente, ahora resulta estar ahí, ser visible, al alcance de la mano. Vemos la realidad espiritual de lo que antes era simplemente inexistente. Vemos la verdad de Cristo, Su Eternidad, nuestra eternidad en Él, vemos Su Reino, vemos Su Amor.



Que ahora podamos ver con mayor claridad - progresivamente - es crucial, importante, pero no es suficiente. Debemos entender que lo que vemos está ahí, pero eso no significa que lo hayamos tomado, que podamos alcanzar lo que vemos.

Recuerdo de niño haber pasado muchos minutos frente a la vidriera de una juguetería. Antes de haber visto tal paraíso, no deseaba ningún juguete, porque no los había visto. Pero luego que mis padres no pudieron evitar que me parara frente a esa vidriera, no hacía otra cosa que querer tenerlos. Quería agarrarlos, que fuesen mío, pero por alguna razón no podía alcanzarlos (parece que el impedimento era la billetera de mi papá).

Ver algo despierta el anhelo, pero debemos encontrar la forma de cómo obtenerlo.
Todo lo que nosotros vemos en Dios, y anhelamos en Dios, ya fue alcanzado por una persona: Dios mismo, hecho hombre, Jesucristo.
Él es la persona, cuya fuerza y energía nos impulsa como un vehículo empuja a sus ocupantes hacia un destino.

Ver lo de Dios es un paso. El próximo es meternos en la persona que nos lleva a alcanzarlo, y tomarlo, y poseerlo.



Quienes lo hacen diariamente tienen dos buenas sensaciones, que cada día toman algo más de la plenitud del Señor, y cada día ven en Él algo nuevo para alcanzar.

sábado, 26 de enero de 2019

EL EVANGELIO ES UNA OPORTUNIDAD.

Todo lo que Dios debía darnos, ya nos lo dio en Cristo. No queda nada pendiente, no le quedó nada en el tintero, no hubo algo que quedó faltando. Todo nos fue dado en Cristo.
Pero esa dádiva es condición necesaria, pero no suficiente, porque no completa todo el círculo que nosotros necesitamos que se complete: toca ahora que un hombre, una mujer, cada uno de nosotros, TOME esa Plenitud y ese poder que se manifestaron potentemente en la cruz. Porque el evangelio no implica solamente que Dios da.....o que nosotros le buscamos a Él. El evangelio es Dios se da y el hombre RECIBE de esa plenitud con la desesperación de un sediento. Ahora bien, lo que Dios da no suena atractivo para toda alma humana. El Señor no da una casa, ni garantiza cambiar el auto cada año, ni aumentos salariales....el Señor pone al alcance de nuestra mano una cruz, una muerte, Su Muerte. Eso implica el despojo, el quebrantamiento, la pureza de la humildad, "el ser nada, para que Él sea todo". Y todo este hecho no está automáticamente acreditado a quienes han confesado a Cristo, ni para los que asisten a reuniones dominicales: es una posibilidad que solo se hace real y concreta recién cuando alguien echa mano de ella. "El Señor mismo compara el don perfecto de Dios con una pequeña perla de gran precio, que sólo se obtiene y disfruta cuando se toma, perdiendo todo lo demás".