En nuestra vida
en Cristo (creo que así se le llama, y no "vida cristiana") es
prioritario entender nuestro origen, de dónde venimos.
Ese
entendimiento puede hablarse, estudiarse, anunciarse mediante
"sermones", pero en esencia es algo que se aprehende profundamente,
se acepta como parte propia, y pasa a
ser parte de nuestra identidad.
La Iglesia nace
en Cristo, antes de la fundación del mundo. De allí venimos, y esa es nuestra
verdadera identidad. Los años que hemos estado en esta tierra (40, 50 o 90
años) son parte de una circunstancia que suele opacar nuestra trascendencia
eterna.
Estuvimos
siempre "en Cristo", y si bien es cierto que de Él nos apartamos, ya
fuimos nuevamente reconciliados.
Ahora bien, ¿qué
quiere decir que fuimos reconciliados? ¿que nos abuenamos con ÉL? ¿que nos
acercamos a Él? ¿que nos volvimos a unir? Todas estas ideas son cortas,
escasas, no describen tamaña verdad.
En el siguiente
pasaje hay un misterio escondido:
Génesis 2:21-24
21
Entonces DIOS hizo caer al hombre en un profundo adormecimiento, y se durmió.
Luego tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la
costilla que DIOS había tomado del
hombre hizo una mujer, y la llevó al hombre. 23 Y el hombre exclamó: ¡En verdad
ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Por esto será llamada Varona,
porque del varón fue tomada. 24 Por eso abandonará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer y serán una sola carne.
A través de esta
figura, Dios nos muestra algo bello: la "Varona" no fue creada en el
momento en que se encuentra este pasaje, sino que fue creada junto con el Varón,
pero estaba dentro de Adán. Sólo se requería que Adán "cayera en un sueño
profundo" para que Dios pudiera sacar a la varona que ya estaba dentro, en
Él.
La varona no era
simplemente parecida a Adán, ni era alguien muy cercana. Ni siquiera podemos
decir que tenían "un vínculo estrecho": en realidad era la misma vida
de Adán, que se multiplicó en ella.
Y estos hechos,
descriptos en Génesis 2, son figuras de algo mayor, del Mesías en la cruz,
siendo "dormido en un suelo profundo", su costado abierto con una
lanza, para que de Él saliera su esposa, su amada, su misma vida en otra
persona, la Iglesia.
Efesios 5:28-32
El
que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció
jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así como también
Cristo a la iglesia; 30 porque somos miembros de su
cuerpo. 31 Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.
32 Grande
es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.
Grande es este
misterio, y es necesario aprehenderlo, para saber de Quién venimos.