Se vienen días y
semanas donde con ilusión y optimismo se expresan frases que desbordan en
augurios, buenos deseos, esperanzas y demás bondades para un nuevo año.
Y es que algo parece
que se renueva. Y si lo que pasó fue de un nivel equis, el augurio para el
nuevo tiempo es que las cosas mejoren.
Lo que se renueva es
la hoja mayor del calendario, que es tiempo, un período, un año. Y las expectativas
positivas son precisamente para el nuevo año.
Próspero ....Feliz
....Buenos deseos ....."El año que viene será mejor, ya vas a
ver"......Y otras frases son comunes por estos días. Frases que recuerdan
a ese cartel colgado en la pared de un bolichito de pueblo: "Hoy no se
fía, mañana sí".
Es que al igual que
la zanahoria va delante del burro, así avanza el tiempo, con la esperanza a
cuestas.
Y nada de esto está
del todo mal, quiero decir que ninguna de esas ideas matan del todo, pero
juguetear con ellas esterilizan la efectividad de los hijos de Dios.
¿Se viene un
"gran año"? ¿Este año "la pegamos"?
Puede que sí, no lo
sé. Pero para un hijo de Dios, la esperanza real no vendrá junto con el nuevo
año, sino que ya se ha cumplido hoy, ahora.
Se ha cumplido hoy.
Hoy está siendo el
día del Señor. Para hoy está disponible el incremento de Su Vida en nosotros. Hoy
es el día de la victoria. Hoy está Su Vida disponible para ser tomada. Porque si
bien la dádiva de Dios para Su Hijo (nosotros) fue dada una vez y para siempre,
cada día está la oportunidad de tomarla. Cada día. Desde nuestra perspectiva,
momentáneamente finita y efímera, sólo tenemos a mano lo de hoy, y si lo de hoy
no lo tomamos, habremos perdido algo, tal vez la porción diaria en que aparece
el crecimiento.
Tomar Su Cruz, llevar
Su Cruz, es el acto más grandioso que propone el misterio de la vida en Cristo.
Llevar Su Cruz no significa "soportar dolores", o "soportar esa
carga": significa desechar y apartar un tipo de vida, para tomar otra
nueva. Y el hecho de llevar Su cruz es tan
crucial como el momento en que hay que llevarla: cada día.
No hay mayor evidencia
de una vida de fe que el estar hoy persuadido del cumplimiento de toda verdad
en nuestro espíritu: el cumplimiento de que Su Vida ya reina hoy en nosotros;
que Su Mente opera ahora en nosotros, que hoy se cumple Su Verdad.
Para el hijo de Dios,
cada día se cumple lo que ya se cumplió de una vez y para siempre.