viernes, 18 de noviembre de 2016

No hubo plan de mejora, hubo plan de sustitución.

Durante sus días de ignorancia, el hombre que "ha aceptado a Cristo en su corazón" - tal es la frase que se usa para describir muchas cosas- se fija la meta de cambiar. No sé si lo sabe a ciencia cierta, pero de alguna manera el objetivo que persigue es cambiar, mejorar, quitar malos hábitos o vicios, en fin, busca ser bueno "para que Dios lo acepte".
Pasará sus días intentando cambiar. Hará las fuerzas necesarias para eso. Pequeñas victorias lo impulsarán a más, mientras que las garantizadas derrotas lo hundirán en desgano.
De aquí en más ya depende de la madera con que el hombre esté hecho. Si hablamos de alguien tenaz o tozudo, se esforzará hasta donde dé, hasta donde se quiebre. Si se trata de alguien de floja voluntad,  es cuestión de tiempo de verse "alejado del Señor".
El punto es que en ambos casos, sea el del esforzado o el del flojo, ambos están operando bajo la gran mentira de vivir sus propias vidas procurando mejorar la humana naturaleza, ambos están enfocados en sí mismos, buscando la mejora. Ambos están desorbitados.
Ese es uno de los negocios de las religiones: auspiciar la búsqueda para mejorar el yo. Sin embargo, esto es la antítesis perfecta de la vida de Fe de Cristo Jesús.
El evangelio de Cristo ha provisto otra solución: la muerte de la naturaleza humana juntamente con Cristo. ¿Para qué? Para que el hombre deje de vivir, y así Cristo vive por él. No hubo plan de mejora, hubo plan de sustitución.
Su Muerte fue única. Y Su Resurrección igual de singular. La gracia es la oportunidad de poder morir SU Muerte, y poder vivir Su Vida.
T. Austin-Sparks lo dice así: "Lo que estoy diciendo es, que el Espíritu Santo no tendrá terreno sobre el cual trabajar para conformarnos a Cristo en tanto usted y yo no aprendamos a aferrarnos a vivir la vida de Cristo por fe. Si insistimos en vivir sobre la base falsa del yo, el Espíritu Santo nos dejará solos. Pero cuando vivimos por la fe de Cristo, el Espíritu Santo puede llegar y hacer que Cristo sea real en nosotros, nos enseñe victoria, nos enseñe dominio, que por medio de la liberación, nos enseñe cómo no ser presa de buenos o malos sentimientos en nosotros, y a vivir otra naturaleza por completo.".