Cuando somos simples
y superficiales, solemos pensar que pecado es la serie de actos que cometemos
cuando nos portamos mal. Paso seguido, consideramos las conductas malas que son
afrenta delante de Dios y de algunos hombres. Es pecado robar, mentir, matar,
violar, insultar, etc etc.
A su vez, sobre estas
conductas, los distintos tiempos han marcado en la historia distintos
"tipos de pecados". Antes, por ejemplo, en algunos ámbitos religiosos
era considerado pecado tomar vino....hoy ya no.
También el lugar de
residencia ha sido determinante: lo que aquí es pecado, allá, lejos, tal vez
no.
Pero cuando el santo
profundiza su entendimiento de las cosas espirituales a la luz de la verdad en
Cristo, comienza a comprender que el pecado no es simplemente un acto que se
comete, sino que es un tipo de naturaleza, un tipo de vida que no califica para con-vivir en unidad con
Dios.
Los actos ilícitos - que a veces
manifestamos hacia afuera, a veces no- afloran como aflora la humedad en la
pared, surgida de una rotura que no vemos. Como
alguien dijo, "no somos pecadores
porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores".
Ahora bien, en el caso
de que nos pongamos de acuerdo con eso, demos un pasito más.
Si el pecado no son
solo los actos visibles, sino la naturaleza que los causa: ¿qué es el perdón de
pecados? La extrema sencillez de nuestra mente nos conduce a creer que perdón es algo así como "Bueno....está bien, hagamos borrón y cuenta
nueva". O "vamos a olvidarnos
de lo que nos hiciste".
Cuando pensamos que
el pecado son actos dañinos, el perdón es una especie de buscar olvidar ese
acto. Pero si pecado no es el acto, sino que es la persona misma que lo
cometió, ¿cómo opera ahí el perdón? ¿cómo operó el perdón que Dios nos otorgó
en Cristo Jesús?
Diremos algo fuerte,
que puede molestar un poco, pero que debe ser dicho. Y es lo siguiente: el que
perdona, considera muerto al perdonado. Dicho de otra manera: el que ha
perdonado, ha dado fin a aquel a quien perdonó. Pero luego de considerarlo
muerto, debe considerarlo renacido con una nueva vida, una nueva naturaleza.
Si no se entiende,
veámoslo escrituralmente: la máxima expresión del PERDÓN conocida por los
hombres es el perdón que nos otorgó Dios. Y ese perdón fue solo posible por
habernos dado la gracia de morir Su muerte, para revivir juntamente con Él en
Su vida.
Romanos 6
1 ¿Qué pues diremos? ¿Permanezcamos en el
pecado para que la gracia abunde? 2 ¡De ninguna manera! porque los que hemos
muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
3 ¿No sabéis que todos los que fuimos bautizados
en Jesús el Mesías, fuimos bautizados en su muerte?
4 Por tanto, fuimos sepultados juntamente con
Él para muerte por el bautismo, para que así como el Mesías fue resucitado de
entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad
de vida. 5 Porque si hemos llegado a ser injertados en la semejanza de su
muerte, también lo seremos en la de la resurrección; 6 sabiendo esto: que
nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, a fin de que el cuerpo
del pecado fuera desactivado para no servir más al pecado.
7 Porque
el que murió, ha sido libertado del pecado.
8 Y si hemos muerto con el Mesías, creemos que
también viviremos con Él;
9 sabiendo que el Mesías, habiendo sido
resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñorea más de
Él.
10 Porque en cuanto a que murió, al pecado murió
una vez por todas, pero en cuanto a que vive, para Dios vive.
11 Así también vosotros, consideraos muertos
al pecado, pero vivos para Dios en Jesús el Mesías. 12 No reine, pues, el
pecado en vuestro cuerpo mortal, para que obedezcáis a sus concupiscencias; 13
ni tampoco presentéis vuestros miembros como instrumentos de iniquidad para el
pecado, sino presentaos vosotros mismos a Dios como viviendo fuera de los
muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Cuando nos toca
perdonar, tal vez el proceso sea el mismo: ver que lo crucial no es el acto
ocurrido, ni es un tema netamente personal de quien lo causó, sino que se trata
de una naturaleza que mora en el hombre: con discernimiento, separo (juzgo) esa
naturaleza, la considero muerta.
¿Y qué pasa cuando no
nos hemos perdonado a nosotros mismos? Exactamente igual: entender que la
naturaleza de pecado ya murió, y debido a esa muerte "juntamente con
Cristo", es que operó el perdón,
para que ahora andemos en novedad de vida.
El perdón no es
olvido. El perdón es una nueva vida que surge luego de una muerte.