sábado, 4 de noviembre de 2017

Pecado y perdón.

Cuando somos simples y superficiales, solemos pensar que pecado es la serie de actos que cometemos cuando nos portamos mal. Paso seguido, consideramos las conductas malas que son afrenta delante de Dios y de algunos hombres. Es pecado robar, mentir, matar, violar, insultar, etc etc.
A su vez, sobre estas conductas, los distintos tiempos han marcado en la historia distintos "tipos de pecados". Antes, por ejemplo, en algunos ámbitos religiosos era considerado pecado tomar vino....hoy ya no.
También el lugar de residencia ha sido determinante: lo que aquí es pecado, allá, lejos, tal vez no.
Pero cuando el santo profundiza su entendimiento de las cosas espirituales a la luz de la verdad en Cristo, comienza a comprender que el pecado no es simplemente un acto que se comete, sino que es un tipo de naturaleza, un tipo de vida  que no califica para con-vivir en unidad con Dios.
Los actos ilícitos - que a veces manifestamos hacia afuera, a veces no- afloran como aflora la humedad en la pared, surgida de una rotura que no vemos. Como alguien dijo, "no somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores".
Ahora bien, en el caso de que nos pongamos de acuerdo con eso, demos un pasito más.
Si el pecado no son solo los actos visibles, sino la naturaleza que los causa: ¿qué es el perdón de pecados? La extrema sencillez de nuestra mente nos conduce a creer que perdón es algo así como "Bueno....está bien, hagamos borrón y cuenta nueva". O "vamos a olvidarnos de lo que nos hiciste".
Cuando pensamos que el pecado son actos dañinos, el perdón es una especie de buscar olvidar ese acto. Pero si pecado no es el acto, sino que es la persona misma que lo cometió, ¿cómo opera ahí el perdón? ¿cómo operó el perdón que Dios nos otorgó en Cristo Jesús?
Diremos algo fuerte, que puede molestar un poco, pero que debe ser dicho. Y es lo siguiente: el que perdona, considera muerto al perdonado. Dicho de otra manera: el que ha perdonado, ha dado fin a aquel a quien perdonó. Pero luego de considerarlo muerto, debe considerarlo renacido con una nueva vida, una nueva naturaleza.
Si no se entiende, veámoslo escrituralmente: la máxima expresión del PERDÓN conocida por los hombres es el perdón que nos otorgó Dios. Y ese perdón fue solo posible por habernos dado la gracia de morir Su muerte, para revivir juntamente con Él en Su vida.

Romanos 6

1 ¿Qué pues diremos? ¿Permanezcamos en el pecado para que la gracia abunde? 2 ¡De ninguna manera! porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
3 ¿No sabéis que todos los que fuimos bautizados en Jesús el Mesías, fuimos bautizados en su muerte?
4 Por tanto, fuimos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, para que así como el Mesías fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. 5 Porque si hemos llegado a ser injertados en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la de la resurrección; 6 sabiendo esto: que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, a fin de que el cuerpo del pecado fuera desactivado para no servir más al pecado.
7 Porque el que murió, ha sido libertado del pecado.
8 Y si hemos muerto con el Mesías, creemos que también viviremos con Él;
9 sabiendo que el Mesías, habiendo sido resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñorea más de Él.
10 Porque en cuanto a que murió, al pecado murió una vez por todas, pero en cuanto a que vive, para Dios vive.
11 Así también vosotros, consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Jesús el Mesías. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que obedezcáis a sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros como instrumentos de iniquidad para el pecado, sino presentaos vosotros mismos a Dios como viviendo fuera de los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Cuando nos toca perdonar, tal vez el proceso sea el mismo: ver que lo crucial no es el acto ocurrido, ni es un tema netamente personal de quien lo causó, sino que se trata de una naturaleza que mora en el hombre: con discernimiento, separo (juzgo) esa naturaleza, la considero muerta.
¿Y qué pasa cuando no nos hemos perdonado a nosotros mismos? Exactamente igual: entender que la naturaleza de pecado ya murió, y debido a esa muerte "juntamente con Cristo", es que operó el perdón,  para que ahora andemos en novedad de vida.
El perdón no es olvido. El perdón es una nueva vida que surge luego de una muerte.



viernes, 3 de noviembre de 2017

Un Reino, con un Rey que Reina (por Grace Montero)

La nueva vida en Cristo incluye un Reino, con un Rey que Reina.
Cuando nuestra vida se une a la VIDA del Señor, Su Reino se implanta en nosotros. Pero luego de eso, puede que nuestras vidas aún sean cortas y deficientes en manifestar a Cristo. Y esto es porque para que haya crecimiento, más allá del Reino de Dios en nosotros debe estar el REY reinando, el Señor gobernando.
Parece un juego de palabras. Pero el audio adjunto, recomendado, aclara esta verdad.