Entre dos que quieren
entablar un vínculo, se requerirá, más temprano que tarde, el acuerdo de un
idioma, una lengua, palabras que expresen lo que cada uno voluntariamente
quiere transmitirle al otro. Entre dos personas, puede haber contacto, y aún
relación, pero sin un idioma que los una, el vínculo estará limitado.
Nuestro vínculo con
Cristo es, en parte distinto a eso, y en parte igual.
Es distinto en un
punto crucial: cuando estamos EN CRISTO, ya no hay "dos" que quieren
comunicarse, porque ya estamos fundidos en Él, pero es igual en el punto en que
necesitamos una manera de vincularnos, una vía de unión, y esa manera es un
idioma, pero no es nuestro idioma, es otro, es una lengua espiritual, una
PALABRA VIVA, de cuya esencia y significado hemos sido ya engendrados.
Santiago 1:17-21 (Biblia Textual IV Ed.)
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto está
descendiendo de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay cambio ni
sombra de variación. 18 Según su voluntad, nos engendró con la palabra de la
Verdad para que seamos primicias de sus criaturas. 19 Sabed, mis amados
hermanos: Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la
ira; 20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. 21 Por lo cual,
desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, acoged con mansedumbre la
Palabra implantada, que puede salvar vuestras almas.
Esa Palabra que ha
sido implantada en nosotros, y que el Señor menciona en la parábola del
sembrador, ¿llega a nosotros por medio de sermones? ¿por medio de libros, o
palabras escritas?
¿Cómo ocurre ese
engendramiento de la Palabra?
En el antiguo pacto, Dios
hablaba a sus profetas con sueños o visiones o palabras oíbles. Esas maneras
eran una representación oíble de algo espiritual, pero la sustancia no estaba
ahí, sino sólo su representación. De igual manera que cuando vemos una película
en el cine no están allí los actores reales, sino que todo es una proyección,
una representación audiovisual.
Pero en el nuevo pacto,
cuando Dios nos revela a Su Hijo, nos da la sustancia misma, no una imagen. Y
es que no usa palabras en español, ni visiones ni sueños. Dios nos da Su Idioma
al gestar a Cristo en nosotros.
Hebreos 1:1-2
“Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en
muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos
últimos días nos ha hablado en Su Hijo”.
Dios habla EN
JESUCRISTO. Jesucristo es el idioma de Dios. En él oímos, en Él aprendemos, en
Él podemos hablar fluidamente. Orar en nuestro español es bueno, pero es
limitado, porque los significados son subjetivos, y los significantes
temporales. En cambio Su Idioma es como el fluir de vida que transcurre de
madre a hijo en el cordón umbilical.
Quien no tiene al
Hijo, no tiene el idioma. Oye, pero no entiende. Mira, pero no ve.
El idioma del Hijo es
espiritual. Tiene un sentido espiritual, que lleva años aprender e interpretar
correctamente. La madurez es la medida del buen entendimiento de Su idioma.
Entenderlo significa decodificar lo espiritual a lo espiritual. Es español
"templo" es una cosa, pero en Cristo es otra. En español
"ofrenda" es una cosa, pero en Cristo es otra. Por eso, es imposible
que alguien que solo habla español pueda entenderse con otro que habla en
Cristo.
Jason Henderson así
describe esta maravillosa tarea:
"No debería sorprendernos que la manera en que
comprendemos cada término espiritual, necesite ser redefinido en la “luz del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6),
porque sea que lo entendamos o no, todo entendimiento natural nació y se bañó
en la oscuridad de la mentira. Le hemos puesto nombre a la comunión, a la
iglesia, a la adoración, al ministerio, al amor, a la fe, a la gloria, al
pecado, a la salvación, a la gracia, a la redención, y todos esos nombres han
sido asignados en la oscuridad. El asunto no es si creemos en estas cosas, sino
si las hemos visto en la oscuridad de la mentira, o en la claridad de “Su luz
admirable” (1 Pedro 2:9).
En los días de su carne, Jesús sanó a un
hombre que había sido ciego desde el vientre de su madre. Este hombre nunca
había visto nada, sin embargo, y con toda certeza, había interactuado con su
entorno a lo largo de su vida. Él se había encontrado sin ninguna duda, con los
árboles, las casas, la lluvia y la luz del sol; había conocido a sus padres,
hermanos y amigos. Yo no sé cómo funciona esto en la mente de un ciego, pero él
debe haber tenido alguna imagen mental, o concepto, de la apariencia de las
cosas en el mundo. Él se formaba impresiones o ideas mentales de las cosas del
mundo, basado en lo que sentía, oía, olía y pensaba. Jesús escupió en la
tierra, hizo barro y lo aplicó a sus ojos, y por primera vez en su vida, vio
las cosas tal como eran. Por primera vez vio en independencia de su propia
imaginación. Aquí voy a hacerle una pregunta: ¿Cuántas de sus ideas acerca de
la apariencia de las cosas piensa usted que él acertó? ¿Cuántas de sus imágenes
mentales, de su madre, de un aguacero, del bosque... cree usted que
coincidieron con la realidad? Ni una sola. ¿Por qué? Porque no tenía nada más
para trabajar que oscuridad; hasta que sus ojos funcionaran dejando pasar la
luz, sólo tenía su imaginación. Incluso la mejor de las conjeturas, sería como
un golpe dado en la oscuridad, sería como el error que se levanta al usar el
sentido equivocado para entender lo que sólo la luz puede mostrar.
Eso es lo que sucede cuando buscamos entender
y “nombrar” algo separados de la Luz de Cristo.
Dios nombrará lo que sea que estemos
dispuestos a presentarle. Nos mostrará la verdad acerca de cualquier cosa que
estemos dispuestos a ver. “...en tu luz veremos la luz” (Salmo 36:9). En Su Luz
llegamos a entender lo que la Mentira le ha hecho al alma del hombre.
El hombre no entiende a Dios al leer palabras
espirituales, todo lo contrario, el hombre entiende las palabras espirituales
al ver a Dios. Él es el que lleva el nombre y define la realidad de la verdad,
la vida, la gloria y la salvación."
Madurar es aprender el
idioma en Cristo, y traducirlo fielmente al idioma de los hombres.
El parakletos nos
enseña en esa interpretación del logos, de la Palabra de Verdad, de Cristo. No
deja lugar para la interpretación privada, ni terrenal.
Juan 14
25 Estas cosas os he dicho estando con
vosotros. 26 Pero
el parakleto, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.
Efesios 4
20 Pero vosotros no habéis aprendido a
Cristo de esta manera, 21 si en verdad lo oísteis y habéis sido
enseñados en El, conforme a la verdad que hay en Jesús.