sábado, 28 de enero de 2017

Enfocados en la VIDA y FE de Cristo Jesús.

Una mente sana se caracteriza, entre otras cosas, por saber clasificar y ordenar el conocimiento en orden de importancia. La persona que logra establecer este funcionamiento mental adecuado produce, como resultado, razonamientos sanos, correctos, verdaderos. Entiende la diferencia entre los pensamientos fundamentales, y los que son secundarios o menores.
Por otro lado, la persona que no consigue ordenar sus pensamientos, ni clasificarlos en orden de importancia, tendrá en su cabeza un bagaje incontable de información desordenada, imprecisa, que al final de cuentas, solo provocará confusión.
Un hijo de Dios que procura crecer en la vida en Cristo, debe saber ordenar con claridad sus pensamientos. Como si construyese un edificio con los ladrillitos del Lego Rasti, debe saber que hay piezas (conocimiento) que son parte de fundamentos o bases, y otras que son sólo de relleno.
¿Qué ocurre si, teniendo miles de ladrillos del Lego, no tenemos criterio para saber dónde se debe ubicar cada pieza?
¿Qué ocurre si, teniendo mucha información, no tenemos criterio para saber cuál es fundamental y cuál no?
Vamos al grano.
Alguien que ha pasado 5 años dentro del Cuerpo de Cristo, posiblemente ha oído casi 1000 horas de prédicas o mensajes "en vivo", sin contar mensajes en internet, televisión, radios, o lectura. Mil horas.
Si en cada hora de esos mensajes se esbozan 5 consejos o directrices de lo que hay que hacer -o no hay que hacer- para vivir una "buena vida cristiana", podríamos decir que tenemos para seguir 5.000 consejos o directrices.
Directrices "para conseguir la prosperidad..."; "cinco pasos para la oración eficaz..."; "doce pasos para el discipulado de impacto..."; "10 cosas que no debes hacer con tus hijos", etc etc.
Así, al cabo de unos años, tenemos en nuestra cabeza miles de consejos o directrices, que serán inútiles si no los clasificamos y ordenamos en nuestra mente. Es más, esas miles de cosas pueden provocar impotencia y parálisis, porque no sabríamos por dónde empezar tamaña cantidad de cosas por hacer, tantos asuntos de los cuales ocuparse. Deberá llegar el momento de la madurez donde entendemos que la administración del conocimiento espiritual es ENFOCADA EN FUNDAMENTOS.
Vuelva a leer el título de este escrito, y verá rápidamente lo que queremos decir.

La verdad del evangelio es que nuestro Padre simplifica y enfoca todas las cosas. Y las simplifica en la VIDA DE CRISTO. Las Escrituras se enfocan en Cristo. Más aún, las Escrituras no son miles de cosas para hacer, ni miles de cosas para no hacer, sino que se enfocan en una vida para vivir. Y a esa VIDA, que no es tu vida ni mi vida, sino la de Cristo, la vivimos por FE.

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Fe no es creer.
Fe no es creer en Dios.
Fe no es creerle a Dios.
Fe no es esperanza en que las cosas mejorarán.
Fe no es escuchar sermones y "tomar la palabra",
Fe es vivir la Vida de Cristo.

Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios.

La única vida aprobada es la vida de fe del Hijo de Dios. Sin esa fe, es imposible agradar a Dios.
No basta con hacer lo correcto: pretender “hacer lo correcto” con fuerzas de la vida propia es la combinación ya conocida desde la antigüedad: imposición, presión, obligación, ley, carne y pecado.
Este es el sello más reconocible de la religión.

Romanos 9:31-32         
31 (…) Israel, que iba tras una ley de justicia, no alcanzó esa ley. 32 ¿Por qué? Porque no iban tras ella por fe, sino como por obras. Tropezaron en la piedra de tropiezo,

Para vos, ¿qué es el pecado?
Para muchos, pecado es aquel acto malo que Dios rechaza. Y lo cierto es que eso es la exteriorización manifiesta del pecado. Hay pecado aún antes de esos actos. Si alguien no cometiese esos actos, aún está en pecado, porque el pecado es la naturaleza humana sin Dios. En los ámbitos religiosos, el pecado se evidencia en el esfuerzo de las personas para tratar de hacer lo correcto, fuera de la vida de fe de Cristo.

Hebreos 4:1-2   
1 Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.2 Porque en verdad, a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva, como también a ellos; pero la palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en los que la oyeron.

Las opciones son: fuerza propia, o la vida de fe de Cristo Jesús.

2 Corintios 13:5
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos, que Jesús el Mesías está en vosotros? ¡A menos que estéis descalificados!

Gálatas 3:1-6
Oh gálatas insensatos, ante cuyos ojos Jesús el Mesías fue exhibido crucificado!¿Quién os fascinó?  Sólo esto quiero averiguar de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por la predicación de la fe? ¿Tan insensatos sois? ¿Habiendo comenzado en el Espíritu, ahora os perfeccionáis en la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Esto es, si fue en vano. Aquel pues que os suministra el Espíritu y efectúa milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por la predicación de la fe? Así como Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

La FE es la sustancia de la vida de Cristo que nos permite vivir Su Vida, y ver todo bajo Su Perspectiva: todo ya consumado por SU OBRA.
En síntesis, la FE es la posibilidad de vivir la vida de otro, la vida de Cristo, en vez de tu propia vida ("ya no vivo yo").
La vista humana mira su realidad, su condición actual, lo que se ve, lo que todos ven. Pero la FE pone la vista en la PERSONA ETERNA.
La fe de Cristo nos permite ver que nuestra santidad no depende, en primera instancia, de nuestros actos, sino de Su Vida:

Juan 17:16-19              
16 No son del mundo, como Yo no soy del mundo. 17 Santifícalos en la verdad, tu palabra es verdad. 18 Como me enviaste al mundo, también Yo los envié al mundo; 19 y por ellos Yo me santifico, para que también ellos sean santificados en verdad.

La FE es la posibilidad de vivir la vida de otro, la vida de Cristo, en vez de tu propia vida. Sin esta claridad en nuestro espíritu, todos los consejos que vengan de sermones o mensajes serán tomados como leyes a seguir, en vez de ser adoptados como victorias ya ganadas en Cristo.
Porque ¿cómo se manifiesta la FE? Con la certeza de que todo ya está cumplido en Cristo, y por Cristo.