domingo, 18 de diciembre de 2016

Gracia y verdad en la salvación que es en Cristo Jesús.

Toda la voluntad eterna de Dios encontró su obra culmine con el Mesías en la cruz, dando Su Vida, y resucitando.
Ese acto, en gran parte, fue para cumplir un plan eterno nacido de la voluntad de Dios. En esa eternidad -donde no hay pecado, ni hombres simples, ni maldad, ni nada ajeno a Dios- sí hay cruz. Pero una porción de esa obra del Mesías fue para resolver El Problema Mayor (con mayúsculas) que el pecado causó en el hombre.

No son muchos los hermanos que tienen en claro cuál es ese Problema Mayor. Se ha minimizado ese problema, y por ende se ha reducido el VALOR de la GRACIA y SALVACIÓN. Cuando alguien tiene un problema chiquito, seguramente le da poco valor a la solución. Por el contrario, cuando alguien sabe que está frente a un problema grande, su solución es más valorada. Ocurre que valoramos una solución de acuerdo al problema que resuelve. Entonces si minimizas un problema, minimizas el valor de su solución.

Reitero algo: la obra del Mesías en la cruz fue para cumplir Su Plan Eterno (en este blog hemos escrito, y seguiremos escribiendo sobre lo que se nos permite entender sobre el propósito eterno de Dios). Pero una parte de la obra en la cruz fue para resolver El Problema Mayor.
La pregunta es: ¿Cuál fue el Problema Mayor que Dios resolvió?

Si miles de creyentes recibieren una encuesta con la pregunta: "¿Cuál es el problema que Dios resolvió - o debe resolver - en vos?", tal vez encontraríamos respuestas tales como: "Dios me sacó del cigarrillo", o "Dios resolvió mi mentalidad de pobreza", o "Dios debe resolver mi falta de visión", o "Dios solucionó mi carácter podrido", o "Tengo que aprender en Dios a resolver mi incapacidad de relacionarme con otros". Encontraríamos en varias de esas respuestas mención a frustraciones, depresión, herencias familiares, actos y pensamientos equivocados, etc.

Es políticamente incorrecto decir lo siguiente, pero debe ser dicho: el hombre, con sus técnicas, ciencias y habilidades, puede resolver casi todos los problemas que solemos decir que Dios soluciona. Casi todos....excepto El Problema Mayor.

Y ¿cuál es el Gran Problema que Dios ya resolvió en la cruz? El gran problema es (con mayúsculas) LA NATURALEZA HUMANA.
Solemos achicar el problema a los "rasgos" de nuestra humanidad, y  así difícilmente entendamos que la raíz del problema se halla en una naturaleza, la naturaleza humana.
El punto crucial es que cuando nosotros malentendemos la naturaleza del problema, malentendemos la solución que Dios ofrece.
Ignoramos la condición natural del hombre: que toda la naturaleza humana está en contra de Dios. Y al fracasar en el reconocimiento de la profundidad de nuestro problema, fracasamos en volvernos y ver la grandeza de la solución de Dios.
Necesitamos salir del sueño de las miniaturas, y tener en claro la magnitud de la enferma naturaleza humana, su hedor e indigna condición frente a la santidad y pureza de Dios.
Jason Henderson comenta: "Nuestro problema no es que nosotros mintamos, o que hayamos creído una mentira. Nuestro problema es que nos hemos convertido en la mentira misma. Nosotros no luchamos contra la oscuridad, somos la oscuridad. El problema no es algo que tengamos, el problema es algo en lo que nos hemos convertido. La mentira no es algo que ahora debamos dejar de creer; es demasiado tarde para eso. La mentira es alguien que debe dejar de vivir".

Juan 16:7-8 (BTX)
7 Pero Yo os digo la verdad: Os conviene que Yo me vaya, porque si no me voy, el Paracleto no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. 8 Y cuando Él venga, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.

Sólo el Espíritu Santo de nuestro Señor nos da la perspectiva correcta de lo que es el pecado, su justicia y su juicio.
Predicar un evangelio que saca "los vicios", que saca "la mentalidad de pobreza", que "resuelve las peleas matrimoniales", y todas las nimiedades que se suelen mencionar, es, al menos, un despropósito, un grosero error.
El pecado no describe cierto tipo de comportamiento, sino que pecado es la naturaleza que opera en el hombre adámico y que rechaza a Dios (aunque acepta a las religiones y a sus dioses).
El pecado no es algo que hacemos, es peor que eso; el pecado es lo que el hombre ES, separado de Cristo.
Romanos 3:9-18 (BTX)
9 (...) ya hemos acusado tanto a judíos como a griegos, que todos están bajo pecado, 10 como está escrito: No hay justo, ni aun uno,
11 No hay quien entienda,
No hay quien busque a Dios,
12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno;
13 Sepulcro abierto es su garganta,
Con sus lenguas engañaron,
Veneno de áspides hay bajo sus labios,
14 Su boca está llena de maldición y de amargura;
15 Veloces son sus pies para derramar sangre;
16 Destrucción y miseria hay en sus caminos,
17 No conocieron camino de paz.
18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Esa naturaleza de injusticia no tuvo que ser limpia: tuvo que ser muerta con el Mesías en la cruz. Y esa naturaleza, muerta, asquerosa, indigna, fue sustituida con la Vida de Resurrección de Cristo Jesús. Ahora, nuestra vida es Cristo: "ya no vivo yo, Cristo es en mí".
Pero la gran mentira que mantiene a muchos en la inmadurez es tener conciencia de estar separados de Cristo, y tratar de mejorar sus vidas por fuera de la Vida de Cristo. Hay quienes se embarcan a comprar la benevolencia de Dios a través de obras, aplacando así la conciencia frente a los malos actos que hemos cometido. Aunque hemos aceptado a Jesús como el Mesías, no hemos captado Su perspectiva sobre la vida natural, y aún  continuamos con nuestros esfuerzos en procura de una justicia mediante las obras de la carne. A eso se dedica la religión: a mantener a las personas en un permanente estado de "mejora". Lo hace a través de la manipulación de la culpa y los miedos. La vida de Cristo ya es en nosotros. Pero la mente puede engañarnos a llevarnos a vivir una vida por obras, separada de Dios: "si hago algo bueno, estoy mejor con Dios", "si hago algo malo, Dios me pega".
Ya hemos visto que, infelizmente, el problema era peor de lo podríamos pensar. En Su Santidad, Nuestro Padre rechazó no lo que el hombre hace, sino lo que el hombre ES fuera de ÉL. Debemos entender la perspectiva de Dios frente a esa atrocidad que es la naturaleza humana. Esa naturaleza demanda por parte de Dios una JUSTICIA que el hombre NO puede producir.

Mateo 5:20 (BTX)
20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, de ningún modo entraréis en el reino de los cielos.

Cuando el Espíritu Santo nos redarguye de pecado, nos duele la condición humana. Una cosa es que nos duelan "las malas acciones" que hemos hecho, pero otra es que nos duela la vida natural de hombre. A esos puntos nos lleva el Señor. Al inmaduro le duelen los "malos actos". Al maduro le duele la vida natural, aunque sea "buena". Creo que un santo es el único ser en la tierra que sabe lo que es sufrir: sufre los dolores del alma que batalla contra el dulce espíritu de Dios dentro suyo. El Espíritu de Dios nos lleva a la desesperación por medio de la comprensión de nuestra insuficiencia y el reconocimiento de nuestra sequedad espiritual. Pero ese sufrimiento es el paso previo a la vida de fe. Cuando el Espíritu nos redarguye del tamaño del pecado, nos muestra la persona de Justicia: Jesucristo. Y nos provee de su FE, que es la posibilidad de vivir la vida de otro, en vez de tu propia vida ("ya no vivo yo").
Cuando percibimos la atrocidad de la naturaleza humana, entonces somos impulsados a una experiencia más plena de la salvación de Dios en Jesucristo.

Si no entiendo el gran problema del cual fui salvo, no podré valorar la GRACIA de Su Salvación.
Mi vida cristiana es la VIDA DE CRISTO.

Efesios 2:1-9 (BTX)   

1 En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, según el curso de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, del espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia. 3 Entre ellos también vivimos todos nosotros en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás; 4 pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con el Mesías (por gracia habéis sido salvados), 6 y juntamente con Jesús el Mesías nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos, 7 para mostrar en los siglos venideros la inmensurable riqueza de su gracia, en su bondad para con nosotros en Jesús el Mesías. 8 Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no es de vosotros, es el don de Dios. 9 No por obras, para que nadie se gloríe; 10 porque somos hechura suya, creados en Jesús el Mesías para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

viernes, 18 de noviembre de 2016

No hubo plan de mejora, hubo plan de sustitución.

Durante sus días de ignorancia, el hombre que "ha aceptado a Cristo en su corazón" - tal es la frase que se usa para describir muchas cosas- se fija la meta de cambiar. No sé si lo sabe a ciencia cierta, pero de alguna manera el objetivo que persigue es cambiar, mejorar, quitar malos hábitos o vicios, en fin, busca ser bueno "para que Dios lo acepte".
Pasará sus días intentando cambiar. Hará las fuerzas necesarias para eso. Pequeñas victorias lo impulsarán a más, mientras que las garantizadas derrotas lo hundirán en desgano.
De aquí en más ya depende de la madera con que el hombre esté hecho. Si hablamos de alguien tenaz o tozudo, se esforzará hasta donde dé, hasta donde se quiebre. Si se trata de alguien de floja voluntad,  es cuestión de tiempo de verse "alejado del Señor".
El punto es que en ambos casos, sea el del esforzado o el del flojo, ambos están operando bajo la gran mentira de vivir sus propias vidas procurando mejorar la humana naturaleza, ambos están enfocados en sí mismos, buscando la mejora. Ambos están desorbitados.
Ese es uno de los negocios de las religiones: auspiciar la búsqueda para mejorar el yo. Sin embargo, esto es la antítesis perfecta de la vida de Fe de Cristo Jesús.
El evangelio de Cristo ha provisto otra solución: la muerte de la naturaleza humana juntamente con Cristo. ¿Para qué? Para que el hombre deje de vivir, y así Cristo vive por él. No hubo plan de mejora, hubo plan de sustitución.
Su Muerte fue única. Y Su Resurrección igual de singular. La gracia es la oportunidad de poder morir SU Muerte, y poder vivir Su Vida.
T. Austin-Sparks lo dice así: "Lo que estoy diciendo es, que el Espíritu Santo no tendrá terreno sobre el cual trabajar para conformarnos a Cristo en tanto usted y yo no aprendamos a aferrarnos a vivir la vida de Cristo por fe. Si insistimos en vivir sobre la base falsa del yo, el Espíritu Santo nos dejará solos. Pero cuando vivimos por la fe de Cristo, el Espíritu Santo puede llegar y hacer que Cristo sea real en nosotros, nos enseñe victoria, nos enseñe dominio, que por medio de la liberación, nos enseñe cómo no ser presa de buenos o malos sentimientos en nosotros, y a vivir otra naturaleza por completo.".

martes, 9 de agosto de 2016

UN APORTE PARA LA COMPRENSIÓN DEL PERDÓN.

UN APORTE PARA LA COMPRENSIÓN DEL PERDÓN.
Tal como Dios lo pensó, el hombre fue creado para ser provisto en todo por Dios. En esa provisión total residía Su Carácter de Padre. Dios, como Padre, pensó en crear un Hijo a quien proveerle todo, todo. Pero antes que ese plan se consumara, el hombre decidió en el Edén ir en pos de otra fuente de abastecimiento, decidió tomar cosas de otras fuentes de aprovisionamiento.
El Adán de antaño, prototipo y raíz de todos los hombres y mujeres, cerró la puerta de la provisión de Dios, y abrió otra puerta, otra fuente de provisión. Y apenas lo hizo, quedó desnudo, desamparado, desprovisto de toda capacidad de resguardo.
A través de esta nueva fuente alternativa, el hombre -todos los hombres- comenzaron a recibir elementos ajenos de Dios. Sus necesidades internas buscan ahora ser saciadas por todas las cosas disponibles. Antes, todo era provisto por Su Padre, ahora, con manotazos de ahogados, agarra desesperadamente las "cosas" que vienen de la otra fuente.
Y esas "cosas" no eran solo alimento. Peor aún, eran ideas, conceptos, dogmas, culturas, emociones, tradiciones, sueños, proyectos...cosas que a la postre fueron constituyendo la identidad de los hombres.
Los hombres comenzaron a construir sus vidas a partir de estos elementos. Como ladrillos que terminan levantando una casa, así los hombres levantan su identidad con ladrillos prestados. Y con todos esos elementos se termina construyendo lo que llamamos "yo, una persona, un individuo". Las Escrituras le llaman "el viejo hombre".
Y todo eso constituye una gran mentira. Una creación inerte, una cobertura muerta. La creación sin Dios es una gran mentira, construida con cosas destinadas a desaparecer, con elementos que se tomaron prestados de la otra fuente, los elementos que algún día se quemarán como heno y hojarasca.
A toda esa gran mentira, que es ajena de la Vida Pura de nuestro Señor, se le llama pecado, u hombre de pecado.
El pecado, en su más profundo significado, no se constituye solo de simples actos dañinos. Aún sin "cometer pecado", el hombre es pecador, porque pecado es toda esa mentira que se mezcló con el hombre, resultando en el "viejo hombre".
Y ese  viejo hombre debía ser exterminado.
Parte de la obra del Mesías Jesucristo en la cruz fue para efectuar justicia, es decir, para aplicar juicio (separación) entre la vieja y la nueva creación, entre el trigo y la cizaña.
Y luego de allí viene el perdón de Dios. El perdón de Dios vino como consecuencia de tratar al pecado con Su Justicia y Juicio. No hay perdón sin previa justicia y juicio. Sin cruz no hay gracia ni perdón. El perdón no vino a obviar el pecado, sino a eliminarlo en la cruz. De nuevo: no hay perdón sin justicia y juicio.
Y eso ocurrió una vez y para siempre. Y en Su sepultura quedó enterrada para siempre esa naturaleza de pecado que inició Adán. Y de allí nació el nuevo hombre, puro, sin manchas.
Ese nuevo hombre ya no está constituido por elementos terrenales, sino por la misma vida de Dios. Ese nuevo hombre no puede ser definido por creencias, patrimonio, raza, religión, ni denominación. Por la fe de Cristo Jesús, este hombre nuevo es limpio como Su Señor. Y esa fe actúa no solo para verse limpio a sí mismo, sino también a sus hermanos en Cristo, es decir, aquellos que ya pasaron por la cruz. Porque todos los que fuimos muertos y bautizados en Cristo, de Cristo nos hemos cubierto. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos somos uno en Cristo Jesús.
Así ve el Señor a aquellos que murieron Su Muerte. Esa es Su Perspectiva.
Pero, ¿así nos vemos a nosotros mismos? ¿así vemos a nuestros hermanos? Parece que no.
A veces actuamos según la tradición de los hombres, tomando prestados elementos de esta tierra que ya no existen para nosotros. Santos que han muerto Su muerte vuelven a construir su identidad con tradición y elementos de hombres, y promueven que otros hagan lo mismo. Sobre el fundamento de la Vida, edifican con madera, heno y hojarasca, cosas que van a perecer.
El maduro separa lo santo de lo pagano. Quirúrgicamente sabe cuando él (u otros) están actuando por vida, o por ideas humanas. En otras palabras, entiende el juicio, la separación que ocurrió en la cruz. Y a causa de este entendimiento es que puede aplicar perdón, y gracia.

El perdón es algo que pueden aplicar los que han entendido lo que significó el Mesías en la cruz. Y lo aplican no solo para otros, sino para sí mismos.


Todo lo hasta aquí escrito no es otra cosa que una paráfrasis del siguiente texto paulino:
Colosenses 3:9-12
9 No mintáis los unos a los otros, ya que os habéis desvestido del viejo hombre con sus prácticas, 10 y revestido del nuevo, el cual, conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta un conocimiento pleno, 11 donde no hay griego ni judío, circuncisión o incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo o libre, sino que el Mesías es todo y en todos. 12 Por tanto, vestíos como escogidos de Dios, santos y amados, de sentimientos entrañables de compasión, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de longanimidad; 13 soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor en verdad os perdonó, así también vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas, el amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz del Mesías sea árbitro en vuestros corazones, a la cual ciertamente fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

viernes, 6 de mayo de 2016

Una salvación tan grande ...

Basados en algunos escritos del hermano Henderson, hemos llegado a caminar en el mayor entendimiento de la Salvación que es en Cristo Jesús.
Entre los cristianos deberíamos llegar a necesarios acuerdos semánticos. Quiero decir que al momento de hablar de algún tema en particular, los interlocutores deberían ponerse de acuerdo con el significado de las palabras que están usando.
Cuando dos cristianos hablan entre sí, y usan términos como "iglesia", "congregarse", o "salvación", es posible que cada uno tenga distintas perspectivas del alcance de esos términos.
Veamos específicamente lo que ocurre con la "salvación".
Hay distintas ideas erróneas acerca de la SALVACIÓN:
Ø  Para ciertas religiones, la salvación se verá "después de la muerte".
Ø  Para otros, salvación es solo "la puerta de entrada" al cristianismo, lo básico, y ahora debe dirigirse hacia lo más profundo de Dios.
Ø  Para otros -tal vez la peor idea- salvación es levantar la mano para solicitar un perdón PERSONAL por "malos actos cometidos" (pecados).
Estas ideas erróneas son causa y consecuencia de ignorancia y confusión.
¿Qué significa esa salvación para usted? ¿Cuál es tu idea de salvación? ¿Qué ha visto de la salvación? ¿Solamente que Dios ha perdonado los delitos que cometió? Eso es cierto, pero esas ideas son una perspectiva anémica de la salvación que hemos recibido en Cristo.
La salvación no es un "estado de justicia". Ni un "estado de perdón". Ni un regalo recibido. La salvación es tan inmensa como Jesucristo mismo, tan inescrutable como las riquezas de Cristo. Porque la SALVACIÓN ES CRISTO.
Llegamos a conocer y a experimentar la salvación cuando conocemos y experimentamos a la Persona de Jesucristo. Por lo tanto, nuestra experiencia de la salvación es nuestra experiencia de Jesucristo, nuestra comprensión espiritual de la salvación es nuestra comprensión de Jesucristo.
El tema es que esto no se aprende intelectualmente, sino cuando participamos de Su Muerte y de Su Vida.
Muchos han comenzado mal, pensando que Cristo murió para que nosotros no tuviéramos que hacerlo.¡¡Una terrible mentira!!
Para graficar la salvación, una revista cristiana para niños cuenta esta historia: "Una persona está parada en medio de una calle, y un camión viene a toda velocidad hacia él. El hombre no se da cuenta de que su vida está en peligro. Jesús, sin embargo, está a salvo a un lado de la calle, y ve todo. Rápidamente corre hacia la calle, justo frente al camión que se aproxima, lo toma y empuja para ponerlo a salvo; pero por salvarlo, pierde Su vida. Él murió para que ustedes pudieran vivir; Él dio Su vida por ustedes".
Esta es una historia completamente equivocada.
Esa misma historia -contada para niños- más correcta sería: "Jesús está caminando en medio de la calle y un camión se aproxima a toda velocidad hacia él. Un hombre está tranquilo a un lado de la calle mirando lo que está ocurriendo. Justo antes de que el camión alcance a Jesús, Él corre hacia el hombre, lo agarra, lo arrastra al centro de la calle, lo absorbe en Sí mismo, y el camión los atropella a ambos y los mata. Entonces, Jesús se levanta de la muerte, se pone de pie en la calle, y dice: “Ahora que has muerto conmigo, puedes vivir conmigo. Ahora que has sido juzgado en mi muerte, puedes vivir por medio de mi vida".
Esta experiencia completa se llama SALVACIÓN.
Colosenses 1:21-22         
21 Y a vosotros, que en otro tiempo erais extraños y enemigos, por tener la mente ocupada en las malas obras, 22 aun así, ahora os reconcilió en su cuerpo de carne por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de Él.
Hemos reducido la magnitud y VALOR de la SALVACIÓN porque hemos reducido la magnitud del problema. Y si minimizas el problema, minimizas el valor de la solución.
La salvación es la solución de Dios a un problema, pero ¿cuál es su idea del problema? ¿Es usted un simple pecador que necesita ser perdonado? ¿Es ese su problema? Bien, entonces usted necesita una salvación muy pequeña. Pero sepa que está teniendo en poco una salvación tan grande...
Si miles de creyentes reciben una encuesta: ¿Cuál es el problema que Dios resolvió - o debe resolver - en vos? ellos responderían: la mentalidad de pobreza; Falta de visión; El carácter; Incapacidad de relacionarme con otros; Frustraciones, Depresión, Actos y pensamientos equivocados (pecados), etc.
Si suponemos que nuestro principal problema consiste en pensamientos y actos equivocados, entonces buscaremos perdón de pecados y libertad de nuestra consciencia culpable. Si lo que tenemos son "frustraciones", nos sentiremos aliviados si se mejora nuestro estilo de vida.
Cuando nosotros malentendemos la naturaleza del problema, malentendemos la solución que Dios ofrece.
La salvación comienza a volverse real en nosotros, cuando empezamos a comprender lo que Dios ha rechazado.
Dios rechaza una creación, una naturaleza que quedó corta para alcanzar Su Gloria.
¿Cuál es el gran problema? La NATURALEZA HUMANA. Ignoramos la condición natural: que toda la naturaleza humana está en contra de Dios. Y al fracasar en el reconocimiento de la profundidad de nuestro problema, fracasamos en volvernos y ver la grandeza de la solución de Dios.
Pecado no describe cierto tipo de comportamiento, sino que pecado es la naturaleza que opera en el hombre adámico y que rechaza a Dios, aunque acepta "dioses".
El pecado no es algo que hacemos, es peor que eso; el pecado es lo que el hombre es separado de Cristo.
Esa naturaleza de pecado es descripto en las Escrituras como "lo primero", lo que se salió de Dios. Y en las mismas Escrituras se muestra que eso primero tuvo que ser aniquilado a fin de instaurar "lo segundo".
La salvación tiene que ver con un juicio, un rechazo, y una aniquilación de "lo primero", a fin de implantar "lo segundo".
Ese rechazo fue mostrado muchas veces en el antiguo pacto por medio de tipos y sombras. Caín rechazado, Abel aceptado. Esaú rechazado, Jacob aceptado. Ismael rechazado, Isaac aceptado. Lea rechazada, Raquel aceptada. Manasés rechazado, Efraín aceptado. Saúl rechazado, David aceptado. Adán rechazado, Jesús aceptado. En cada ejemplo que acabo de citar, el primero, el natural, el que estaba antes, fue rechazado SIEMPRE; y el segundo, el nuevo, fue aceptado.
La salvación es el PROCESO LEGAL que incluye un juicio, un rechazo, una aniquilación de una vieja naturaleza, y UN TRASLADO A OTRA NATURALEZA.
Por nuestra ignorancia, esta naturaleza continúa en nuestra mente, pero ni Adán ni su creación son hallados en Cristo.
Jesús murió para que nosotros pudiéramos ser juzgados, rechazados, y aniquilados en Su muerte, y de este modo, pudiéramos ser trasladados a Su Santidad y poder vivir Su Vida en Él.
Jesús no nos salvó del juicio; nos DIO Su juicio.
Juan 12:27-32    
27 Ahora está turbada mi alma. ¿Y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas por esto mismo llegué a esta hora. 28 ¡Padre, glorifica tu nombre! Entonces vino una voz del cielo: ¡Lo he glorificado y otra vez lo glorificaré! 29 La multitud que estaba presente y escuchando, decía que había sido un trueno. Otros decían: ¡Un ángel le ha hablado! 30 Jesús tomó la palabra, y dijo: Esta voz no ha venido por causa mía, sino por causa de vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora será echado fuera el príncipe de este mundo. 32 Y Yo, cuando sea levantado en alto de sobre la tierra, a todos atraeré a mí mismo.
Si pudiéramos ver con la perspectiva de Dios, veríamos la destrucción más completa: el juicio de un hombre, de una vieja una creación y de un antiguo pacto. Veríamos que todo colapsa en la cruz, que todo cae a tierra y muere. Y luego veríamos otra vida, la vida eterna de Dios levantarse.
La gracia es que usted es libre de sí mismo a través de la muerte. La gracia significa: “No yo, sino Cristo”. La salvación es una Persona que nos otorga una muerte que no podíamos morir para que conozcamos una vida que no podemos vivir.
La grandeza de la salvación no es de lo que se nos libró, sino a lo que se nos introdujo. Somos introducidos en Alguien. Sólo conocemos y experimentamos la salvación, en la medida que conocemos y experimentamos la Persona a la que hemos venido.
La salvación es una vida completamente nueva y completamente ajena a nosotros, por naturaleza. Si usted desea conocer la salvación y experimentar la realidad de ella, deberá aprender a vivir una nueva vida, en un nuevo lugar, en un nuevo hogar.
La salvación está consumada en Cristo. Él no necesita agregarle nada, ni hay una terminación futura de ella.
La salvación es progresiva en términos de nuestra experiencia; pero está consumada en Cristo.
Cristo ha realizado una obra completa. Él no está esperando finalizarla, está esperando que usted y yo respondamos a Su impulso y caminemos en la Luz y conocimiento de la salvación, que es Cristo mismo.  
"Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia". ¿Cuánto es abundancia? Lo que tu medida entienda. La abundancia es un espíritu al cual usted le da medida.
La salvación no es un tema personal con usted o conmigo: es un asunto eterno que forma parte del plan eterno de Dios. Solo UNO fue salvo, y nosotros participamos de esa  salvación tan grande.