Una mente sana se caracteriza, entre otras
cosas, por saber clasificar y ordenar el conocimiento en orden de importancia.
La persona que logra establecer este funcionamiento mental adecuado produce,
como resultado, razonamientos sanos, correctos, verdaderos. Entiende la
diferencia entre los pensamientos fundamentales, y los que son secundarios o
menores.
Por otro lado, la persona que no consigue
ordenar sus pensamientos, ni clasificarlos en orden de importancia, tendrá en
su cabeza un bagaje incontable de información desordenada, imprecisa, que al
final de cuentas, solo provocará confusión.
Un hijo de Dios que procura crecer en la
vida en Cristo, debe saber ordenar con claridad sus pensamientos. Como si construyese
un edificio con los ladrillitos del Lego
Rasti, debe saber que hay piezas (conocimiento) que son parte de fundamentos o bases, y otras que son sólo de relleno.
¿Qué ocurre si, teniendo miles de
ladrillos del Lego, no tenemos criterio para saber dónde se debe ubicar cada
pieza?
¿Qué ocurre si, teniendo mucha
información, no tenemos criterio para saber cuál es fundamental y cuál no?
Vamos al grano.
Alguien que ha pasado 5 años dentro del
Cuerpo de Cristo, posiblemente ha oído casi 1000 horas de prédicas o mensajes
"en vivo", sin contar mensajes en internet, televisión, radios, o
lectura. Mil horas.
Si en cada hora de esos mensajes se
esbozan 5 consejos o directrices de lo que hay que hacer -o no hay que hacer-
para vivir una "buena vida cristiana", podríamos decir que tenemos
para seguir 5.000 consejos o directrices.
Directrices "para conseguir la
prosperidad..."; "cinco pasos para la oración eficaz..."; "doce
pasos para el discipulado de impacto..."; "10 cosas que no debes
hacer con tus hijos", etc etc.
Así, al cabo de unos años, tenemos en
nuestra cabeza miles de consejos o directrices, que serán inútiles si no los
clasificamos y ordenamos en nuestra mente. Es más, esas miles de cosas pueden
provocar impotencia y parálisis, porque no sabríamos por dónde empezar tamaña
cantidad de cosas por hacer, tantos asuntos de los cuales ocuparse. Deberá
llegar el momento de la madurez donde entendemos que la administración del
conocimiento espiritual es ENFOCADA EN FUNDAMENTOS.
Vuelva a leer el título de este escrito, y
verá rápidamente lo que queremos decir.
La verdad del evangelio es que nuestro
Padre simplifica y enfoca todas las cosas. Y las simplifica en la VIDA DE
CRISTO. Las Escrituras se enfocan en Cristo. Más aún, las Escrituras no son
miles de cosas para hacer, ni miles de cosas para no hacer, sino que se enfocan
en una vida para vivir. Y a esa VIDA, que no es tu vida ni mi vida, sino la de
Cristo, la vivimos por FE.
Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
Fe no es creer.
Fe no es creer en Dios.
Fe no es creerle a Dios.
Fe no es esperanza en que las cosas mejorarán.
Fe no es escuchar sermones y "tomar
la palabra",
Fe es vivir la Vida de Cristo.
Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en
la fe del Hijo de Dios.
La única vida aprobada es la vida de fe del Hijo de Dios. Sin esa
fe, es imposible agradar a Dios.
No basta con hacer lo correcto: pretender
“hacer lo correcto” con fuerzas de la vida propia es la combinación ya conocida
desde la antigüedad: imposición, presión, obligación, ley, carne y pecado.
Este es el sello más reconocible de la
religión.
Romanos 9:31-32
31 (…) Israel, que iba tras una ley
de justicia, no alcanzó esa ley. 32 ¿Por qué? Porque no iban tras ella por
fe, sino como por obras. Tropezaron en la piedra de tropiezo,
Para vos, ¿qué es el pecado?
Para muchos, pecado es aquel acto malo que
Dios rechaza. Y lo cierto es que eso es la exteriorización manifiesta del
pecado. Hay pecado aún antes de esos actos. Si alguien no cometiese esos actos,
aún está en pecado, porque el pecado es la naturaleza humana sin Dios. En los
ámbitos religiosos, el pecado se evidencia en el esfuerzo de las personas para
tratar de hacer lo correcto, fuera de la vida de fe de Cristo.
Hebreos 4:1-2
1 Por tanto, temamos, no sea que
permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros
parezca no haberlo alcanzado.2 Porque en verdad, a nosotros se nos ha
anunciado la buena nueva, como también a ellos; pero la palabra que ellos
oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en los
que la oyeron.
Las opciones son: fuerza propia, o la vida
de fe de Cristo Jesús.
2 Corintios 13:5
Examinaos a vosotros mismos si estáis en
la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos, que
Jesús el Mesías está en vosotros? ¡A menos que estéis descalificados!
Gálatas 3:1-6
Oh gálatas insensatos, ante cuyos ojos
Jesús el Mesías fue exhibido crucificado!¿Quién os fascinó? Sólo esto quiero averiguar de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por la predicación de la fe?
¿Tan insensatos sois? ¿Habiendo comenzado en el Espíritu, ahora os
perfeccionáis en la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Esto es, si
fue en vano. Aquel pues que os suministra el Espíritu y efectúa milagros entre
vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por la predicación de la fe? Así
como Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.
La FE es la sustancia de la vida de Cristo
que nos permite vivir Su Vida, y ver todo bajo Su Perspectiva: todo ya consumado
por SU OBRA.
En síntesis, la FE es la posibilidad de
vivir la vida de otro, la vida de Cristo, en vez de tu propia vida ("ya no
vivo yo").
La vista humana mira su realidad, su condición
actual, lo que se ve, lo que todos ven. Pero la FE pone la vista en la PERSONA
ETERNA.
La fe de Cristo nos permite ver que
nuestra santidad no depende, en primera instancia, de nuestros actos, sino de
Su Vida:
Juan 17:16-19
16 No son del mundo, como Yo no soy del
mundo. 17 Santifícalos en la verdad, tu palabra es verdad. 18 Como me enviaste
al mundo, también Yo los envié al mundo; 19 y por ellos Yo me santifico, para
que también ellos sean santificados en verdad.
La FE es la posibilidad de vivir la vida
de otro, la vida de Cristo, en vez de tu propia vida. Sin esta claridad en
nuestro espíritu, todos los consejos que vengan de sermones o mensajes serán
tomados como leyes a seguir, en vez de ser adoptados como victorias ya ganadas
en Cristo.
Porque ¿cómo se manifiesta la FE? Con la
certeza de que todo ya está cumplido en Cristo, y por Cristo.